miércoles, 28 de mayo de 2014

  Frithjof Schuon, escritor, pintor y poeta



"Dime por qué has amado la cima de la montaña,
su sereno silencio y su pureza,
y yo te diré que el reposo de nuestro espíritu
es la soledad con Dios; serenidad
por encima del estrépito de los pensamientos. Y dime
por qué amas el secreto del bosque susurrante,
su santidad y su oscura seguridad,
y yo te diré que nuestro gozo perdurable
es unión, amor en nuestro corazón más profundo,
sumergiéndose en el Misterio de nuestro ser;
unión con lo que soy, y lo que eres.
"Amor y Vida. Poesías" Frithjof Schuon
Pequeños libros de sabiduría - Olañeta Editor

The worth of man lies in his consciousness of the Absolute.

In order to be happy, man must have a center; now this center is above all the Certitude of the One. The greatest  calamity  is  the  loss  of  the  center  and  the abandon of the soul to the caprices of the periphery. To be man is to be at the Center; it is to be Center.

The way towards God always involves an inversion: from outwardness one must pass to inwardness, from multiplicity to unity, from dispersion to concentration, from egoism to detachment, from passion to serenity.

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Frithjof Schuon nace en Basilea (Suiza) el 18 de junio de 1907, de padres de origen germánico y alsaciano. En su juventud se establece en París, donde ejerce su oficio de diseñador textil. De temperamento místico y gnóstico, se impregna del Vêdânta y se interesa en profundidad por todas las religiones, entre ellas el cristianismo y el Islam. En 1932 viaja a Mostaghanem, donde conoce al célebre Shaykh Ahmad al-Alawî, que lo recibe en su Tarîqah. Tres años después Schuon será "moqaddem" (representante) del Shaykh, antes de convertirse él mismo en un maestro espiritual con discípulos en muchas partes del mundo. Lector y corresponsal del metafísico francés René Guénon, viaja a El Cairo en 1938 y 1939 para conocerlo. Después de la II Guerra Mundial, Schuon, que reside en Lausanne, emprende varios viajes a América del Norte para conocer a los indios de las Llanuras que conservan la tradición, a Marruecos y a diversos países de Europa. Su obra escrita cuenta con más de veinte libros traducidos a numerosas lenguas y constituye una verdadera suma metafísica y espiritual sin equivalente en el siglo XX. En ella desarrolla y explicita ampliamente el tema de la "Unidad transcendente de las Religiones" y de la necesaria comprensión "esotérica" de éstas como antídoto contra el nihilismo contemporáneo. Su obra pictórica y poética, menos conocida, muestra toda la riqueza de su asombrosa personalidad.

miércoles, 22 de enero de 2014

   
-Estoy feliz, Momó. Estás conmigo, y sé lo que pone mi Corán. Ahora te quiero llevar a bailar.
   -¿A bailar, señor Ibrahim?
   - Es absolutamente necesario. "El corazón del hombre es como un ave prisionera en la jaula del cuerpo". Cuando bailas, el corazón canta como un pájaro que anhela fundirse con Dios. Ven, vamos al tekké.
   -¿Al qué?
  -¡Vaya discoteca más rara!- exclamé al atravesar el umbral.
  - Un tekké no es una discoteca, es un monasterio. Momó, pon ahí los zapatos.
   Y ahí es donde vi por primera vez a hombres haciendo el giro derviche.
   -¡Ves, Momó! Giran sobre sí mismos, giran en torno a su corazón, que es el lugar de la presencia de Dios. Es como una oración.
"El señor Ibrahim y las flores del Corán". Eric-Emmanuel Schmitt